El teatro gestual es su razón de ser. Nacieron como compañía en 1991 y nadie les ha regalado nada. En cambio, ellos han defendido su puesto en un panorama dominado por los veteranos Tricicle.
Manteniendo la boca bien cerrada se fueron convirtiendo en una de las formaciones más ruidosas de nuestro país, llevando por equipaje la parodia y la ironía sin caer en lo irreverente y en el mal gusto, lo más fácil si se pretende llegar al público de manera directa y sin pensar en una repercusión más allá de la económica. Fomentando entretenimiento sin insultos están los niños grandes de Yllana: Joe O’Curneen, David Ottone, Raúl Cano, Juan Francisco Ramos, Marcos Ottone y Fidel Fernández.
La vida cotidiana, los transformación de los hábitos sociales y el mundo real con su halo de tragedia son los pozos de los que estos mineros de la risa, del humor negro, extraen sus argumentos para obras como ¡Muu!, Spingo, Splash y Star Trip. Estamos hechos a partir de referencias culturales y ellos encontraron parte de su inspiración en el humor descabellado de los Monthy Pyton (Los mejores sketches...) y en el teatro del absurdo surgido del imaginario de Eugene Ionesco (La cantante calva, su última producción hasta el momento).
Su humor sin palabras ha ido poniendo picas, conquistando públicos tan difíciles como el escocés y el japonés. Tras muchos estudios, son conscientes de que -gestos, risas y onomatopeyas a un lado-, a todos nos hacen gracia las mismas cosas. Incluso con esas, cada espectáculo es diferente: no se trata de meter en una coctelera ingredientes a mansalva, sino de buscar el sabor original, con precisión y mucha constancia. Glub-Glub y 666 conforman un buen y doble ejemplo de cómo hacer las cosas bien. Son dos de sus piezas de repertorio más reconocidas que, a modo de pastel de cumpleaños, se reestrenan en Madrid.
Al frente de su escuela internacional defienden que la risa es un objetivo serio de trabajo. Los seis miembros de Yllana han diversificado sus tareas, sin olvidar a aquellos que, en la sombra, gestionan, promocionan, administran... Cada año organizan el Festival del Humor de la Comunidad de Madrid y aúpan a cómicos como Javier Veiga, el italiano Leo Bassi y el belga Elliot y su Rock Comedy Show. También contratan y colaboran con otros para producciones con la marca Yllana, ahí están por ejemplo espectáculos como Hipo, junto a Sexpeare, y Marionetas del pene, coproducido junto a Fila 7 y Sold Out.
¡Qué lejos quedan las reuniones de aquel grupo de amigos que a finales de los 80 tenían la ocurrente idea de llevar por bandera el humor sin palabras! Ha pasado mucho tiempo, materializado en una decena de espectáculos propios, producciones para otras compañías, talleres, festivales, cortometrajes, anuncios de publicidad... Pero aún hay más: este aniversario es doble porque, si 15 años llevan labrando su particular parcela del humor, algo menos, una década, cumple su idilio con una de las salas más carismáticas del teatro madrileño. El Alfil está gestionado por ellos, es su buque insignia, su laboratorio de experimentos. Allí echan el anclaje de un barco que no se va a pique porque Yllana sabe tripularlo con decisión, a pesar del viento huracanado que a veces, y sólo a veces, ha asustando aunque nunca les ha hecho zozobrar.
Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.
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