Arcaico ha quedado el hecho de que Madrid y Barcelona fueran los únicos lugares donde un profesional podía dedicarse al cine. A decir verdad todavía suena a un pasado no muy lejano, aquel en el que los jóvenes que querían trabajar en una película debían coger una maleta y marcharse en busca de fortuna.
El nacimiento de las cadenas de televisión autonómica a mediados y finales de los 80 propició que fuera tomando forma un entramado audiovisual allí donde había que rellenar una parrilla de programación. Galicia, Euskadi, la Comunidad Valenciana y Andalucía se sumaban a los tradicionales focos de empleo para los profesionales artísticos y técnicos del gremio.
Ya en los 90, películas como Solas sirvieron de tarjeta de presentación a una incipiente industria regional a la que, no nos engañemos, le hubiera costado arrancar sin el apoyo directo de los mecanismos de producción establecidos desde Madrid. Aún con el trabajo bien hecho había que luchar contra tópicos y arquetipos que lastraban a ciertos personajes "de provincias" por culpa sobre todo de determinadas series de ficción emitidas para todo el territorio nacional.
El mayor consumo de cine español y la diversificación de su origen hicieron que quedase anquilosado el episodio que llevaba a muchos actores a abandonar su tierra natal y emprender una nueva vida en una capital que a priori brindaba más oportunidades de trabajo. El caso de los conocidos María Barranco y Antonio Banderas, que dejaron atrás Málaga hace casi 25 años, pronto será relato legendario, al igual que el de otros tantos.
La cartelera actual nos permite distinguir el caso concreto de los intérpretes nacidos en el sur de España. La recién estrenada Los aires difíciles, de Gerardo Herrero, vaticina un nuevo desembarco de rostros conocidos en Andalucía gracias a productos televisivos como Plaza Alta y Arrayán, que ya empiezan a ser familiares gracias al cine: Cuca Escribano (Poniente) y José Luis García Pérez (Cachorro, Héctor) deambulan por la misma senda que siguieron hace ya una década Ana Fernández, María Galiana y Antonio Dechent –que también participa en Los aires...-, si tomamos como ejemplo la ópera prima de Benito Zambrano.
Tanto Escribano como García Pérez se han hecho un hueco en el cine de factura nacional. Ella acaba de rodar a las órdenes de Antonio Banderas en El camino de los ingleses; él ha llevado a concurso al Festival de Málaga otra cinta, Arena en los bolsillos, donde encarna a un maltratador. No se trata de dos casos aislados ya que promesas ya confirmadas, como la cordobesa Macarena Gómez (Platillos volantes) y la sevillana Verónica Sánchez (Al sur de Granada) estrenaron el pasado año El Calentito, de Chus Gutierrez, y desde entonces no han dejado de trabajar: a Sánchez la vimos en Los 2 lados de la cama y Gómez llega a la pantalla grande como hermana lista de La dama boba, de Manuel Iborra.
Y si un malagueño como Banderas protagonizó algunos de los primeros éxitos de Almodóvar, otro, Antonio de la Torre –con Azul oscuro casi negro pendiente de estreno- constituye la cuota masculina de Volver, la última cinta del cineasta manchego. Como pueden comprobar, hay sitio para todos.
Texto escrito por Daniel Galindo.
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