martes, octubre 17, 2006

La "Alegría" del Circo del Sol


La compañía canadiense monta su carpa y permanece en Madrid hasta finales de noviembre.

Sus espectáculos son como sueños que se interrumpen una vez finalizado el conjunto de piezas que lo forman. Algo más de dos horas duran sus montajes, repletos de cuidados detalles y sensaciones milimetradas.

Hace 8 años se dieron a conocer en España con este mismo espectáculo, que precedió a otros como Quidam y Saltimbanco. Les ha sido favorable la respuesta del público español y por ello querían incluir Madrid y Barcelona -a partir del 22 de febrero- en su gira de despedida de los escenarios europeos, que llega tras 12 años con un título que aúna acrobacias, cuadros oníricos y más de 200 trajes y máscaras de aves fantásticas.

Cerca de 200.000 espectadores madrileños disfrutaron de Dralión en otoño de 2004. Aquella fue la última visita de una compañía que escapa a las formas de un circo al uso. Lo bueno crea afición y muchos tienen marcada en la agenda la fecha del 27 de octubre, día del re-estreno de Alegría en Madrid.

La misma esencia, nuevos números

Sus promotores reconocen que con Alegría hubo un antes y un después en los más de 22 años de historia de una institución convertida en franquicia cultural, con espectáculos repartidos por circuitos de todo el mundo y escenarios permanentes.

Toda la gente que en el año 2000 no sabía de la existencia de esta factoría circense de sueños, y por tanto no acudió al estreno de Alegría, tiene ahora la oportunidad de ser testigos de un carnaval que recuerda los circos familiares ambulantes que recorrían el viejo continente no hace tanto tiempo.

Vuelta a los orígenes

Hay que decir que más allá del argumento, estamos ante una filosofía de vida, aunque la bohemia del circo se adapta a los tiempos que corren. La gran familia compuesta por 150 personas, entre artistas y técnicos, ya no duerme en carromatos y caravanas, sino en hoteles y apartamentos.

Desde 1994, 9 millones de espectadores de 15 países diferentes han disfrutado del más barroco de los montajes de un circo donde no aparecen fieras sino bufones, trovadores, mendigos, viejos aristócratas, niños y payasos. El más joven del medio centenar de artistas tiene 11 años y el más veterano, 64.

Todos bailan al ritmo de la música compuesta para este montaje, pura emoción que brota de la fusión entre jazz, pop, tango y klezmer, sones propios de los judíos que habitaron la Europa oriental y aprehendidos por los juglares ambulantes con acordeón incorporado. Una banda sonora que se incluye en el álbum más vendido de todos los productos de la marca Cirque du Soleil, doble garantía de éxito y calidad.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en Conturmadrid.com.

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