viernes, marzo 02, 2007

Mario Gas nos decubre En casa/En Kabul

Haga el intento de situar Kabul en un mapa. ¿Conocían muchos detalles acerca de Afganistán antes de la incursión militar de tropas liberadoras en 2001?

Tony Kushner sí, de hecho 2 años antes empezó a escribir Homebody (En casa), un monólogo con el que una mujer londinense nos transmite su intención de huir de la tremenda insatisfacción en la que está instalada. El visado llega en forma de guía de viajes sobre el país asiático y comienza a imaginar... Es entonces cuando se inicia la experiencia dramática de Kabul (En Kabul).

La mayoría le conoce por el guión de Munich, pero este neoyorquino que se define como 'judio, homosexual y antisionista', ha firmado algunas de las obras más contundentes del teatro de finales del siglo XX, como Ángeles en América y Eslavos. Contestatario de la política de su país, en su obra despliega un abanico de vilezas y levanta ampollas narrando los hechos generales desde microcosmos individuales: toda literatura dramatizada cobra vida gracias a la peripecia de seres de carne y hueso, la que nos permite huir del esquematismo y la anécdota de obras teorizantes e incluso fanáticas.

Hablando de fanatismo, el mejor arma para contrarrestarlo, por su alto contenido de ignorancia, es el conocimiento y esta obra propone una toma de contacto con lo menos habitual a partir de la sensibilidad de un grupo de artistas. Procedentes de España, Irán, Marruecos y Argelia, 11 intérpretes han convivido durante los 4 meses de ensayos de un proyecto acariciado por Mario Gas desde hace años, antes incluso de ponerse al frente de la gestión del Español, a comienzos de 2004.

Durante la gira de La Orestiada planteó a Vicky Peña y Gloria Muñoz la idea de afrontar un montaje complicado. El director no quería convertir el teatro en un jardín privado de creación escénica, pero era consciente de que Homebody/Kabul (En casa/En Kabul) debía montarse en el recinto –casi irreconocible- de la plaza de Santa Ana y contar con actores próximos a la culturas islámicas que dotasen de veracidad al texto. Dicen que los cómicos tienen un lenguaje común aunque estos han tenido que aprender nuevas lenguas, como pastún, dari y castellano, y adaptarse a formas de teatro extrañas a priori.

Algunos se suben por primera vez a las tablas en un país desconocido, otros como Elena Anaya se enfrentan a su primer montaje de envergadura. Para ella este torrente de emociones surgidas de la convivencia está siendo la mejor escuela de vida y teatro. Pero no es la única que así lo cree, también un veterano como Roberto Álvarez quien, alejado de los escenarios durante 7 años, ha incrementado su ilusión por la escena con un trabajo que requiere una profunda implicación por la responsabilidad moral que reviste y la crítica a la visión que sobre culturas diferentes nos imponen los poderes políticos.

En la obra, mezcla de poética y acento político en escena hasta el 29 de abril, se vislumbra el dolor y el amor por unos personajes que merecen su dosis de comprensión. Durante las 3 horas de representación no hay por tanto teoría dogmáticas ni respuesta a grandes preguntas y se atisba el deseo por escuchar al otro y así, desde la prudencia, intentar que nuestro paso por la tierra, lejos de una condena, sea menos dañino.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

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