sábado, enero 19, 2008

Una ventana a Oriente Próximo

Hay una esquina del Mediterráneo en la que coexisten –que no conviven- tres culturas y muchos cineastas con un marcado sello personal, como los israelíes Eytan Fox y Amos Gitai y el palestino Elia Suleiman.

Un goteo limitado pero constante permite que, con cierta frecuencia, tengamos en las carteleras alguna película israelí y, con mucha suerte, alguna propuesta libanesa o palestina.

Lo que llega a España tiene calidad, ya que ha pasado los filtros de las distribuidoras y cosechado algún premio en festivales, pero la escasa promoción o el deseo de afrontar un mínimo riesgo por parte de los exhibidores hace que estas cintas se estrenen, si lo hacen, con mucho retraso. Va a ocurrir por ejemplo con dos producciones israelíes, Las medusas (Meduzot), proyectada en San Sebastián, La banda nos visita, vista en Valladolid, y uno de los éxitos del pasado Festival de Sevilla, La burbuja, la última propuesta de Eytan Fox, rodada hace dos años y aún pendiente de estreno.

Este joven cineasta, con dos películas más en su haber, Yossi & Jagger y Caminar sobre las aguas, se ha convertido en representante de la nueva hornada de cineasta exportables, aunque todavía está muy lejos de Amos Gitai, autor indispensable en las estanterías de los videoclubs más selectos de toda Europa. Su extensa filmografía, desde Alila hasta Kedma, pasando por Kadosh, Kippour, Zona libre y Tierra prometida, siempre invita a la reflexión y desde aquí la recomendamos a todo aquel que sienta un mínimo interés por la sociedad hebrea.

Tanto Gitai como Fox tocan de soslayo temas espinosos, los que hacen que esa región sea noticia a diario, pero exceptuando títulos como Paradise now, en el terreno de la ficción no siempre hay historias terribles, con el drama de la ocupación, el terrorismo o el exilio de fondo. Eso queda para el campo del documental, donde hay propuestas que nadie debería perderse, trabajos que ahondan en el conflicto israelo-palestino, como la mirada de siete niños al enfrentamiento entre pueblos en Promises, la crítica vertida en Checkpoint y Los niños de Arna, un trabajo de Guiliano Mer Khamis un ex miembro de las Fuerzas Especiales de Israel que aborda el drama de los refugiados en Yenin.

Otro cine es posible, aunque subsistan denominadores comunes como la necesidad de búsqueda, la pérdida de identidad, las diferencias sociales y políticas... La libanesa Nadine Labaki, directora de Caramel, da en la diana al hablar de la mayor parte de las películas libanesas, que tratan la convivencia entre religiones: "existe por nuestra parte una necesidad vital de hablar de la guerra, de profundizar en lo que ocurre... pero siempre es más enriquecedor dar una visión diferente o abordar otros enfoques, desde los problemas que afectan a todo el mundo". Y los cineastas que pueblan Oriente Próximo han encontrado un enfoque idóneo, sólo tienen que ciertos sectores les abran las puertas hacia el exterior.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

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