domingo, febrero 10, 2008

Crónica de unos Goya diferentes

Y sorprendentes, lógicos, esperanzadores... Calificativos que describen los XXII Premios Anuales de Cinematografía, que encumbraron a La soledad y reconocieron la valía de títulos que en su estreno pasaron desapercibidos.

Pastel hubo para todos, para los equipos de El orfanato, Bajo las estrellas, Las 13 rosas, Siete mesas (de billar francés) y La soledad, una cinta de la que sólo han disfrutado hasta el momento 40.000 espectadores. Resultó curioso que se polarizasen los galardones más esperados entre la propuesta menos vista –pero no por ello menos interesante- y el éxito del cine español, la ópera prima que le ha valido a Juan Antonio Bayona el Goya a la mejor dirección novel y a Sergio G. Sánchez el reconocimiento por escribir el mejor guión original y eso que, como apuntó a la hora de subir al escenario, "era una copia mala de Los otros".

Fue uno de los últimos en conocer sus premios, al mejor director y la mejor película, pero el realizador y guionista Jaime Rosales fue el más perseguido. El que debutó con Las horas del día destacó que era importante la decisión de los académicos porque "sacaba a la luz un cine al que hay que tener en cuenta". Ahora sólo falta, en palabras de Rosales, "ver qué pasa en los próximos años con todo el talento desaprovechado en este país y si los productores y los exhibidores se nutren de este ímpetu cinematográfico", que caracteriza a otros como José Luis Guerín, Marc Recha e Isaki Lacuesta.

Sorpresa para algunos, premios merecidos para todos, los galardones que recayeron en La soledad no se olvidaron de José Luis Torrijos, mejor actor revelación y único intérprete de la película con opciones a premio, aunque en la ceremonia estuvo arropado por sus compañeros Petra Martínez, Juan Margallo y Nuria Mencía, a los que podemos ver en acción gracias a la edición en DVD de la película.

Otra de las pequeñas joyas de 2007 fue Bajo las estrellas, la adaptación de El trompetista del Utopía, de Fernando Aramburu, hecha por Félix Viscarret (Goya al guión adaptado) y lista también para disfrutar en casa, junto a los cortos de este debutante en la dirección con mucho por contar. Sus tres actores protagonistas, Alberto San Juan, Emma Suárez y Julián Villagrán, eran candidatos por sus interpretaciones, pero sólo San Juan, que ya optó al Goya con El otro lado de la cama, se alzó con el premio en un reparto de galardones que denota que en el cine español hay propuestas para todos los gustos.

Lo que es una pena es que no se den premios ex aequo porque, de lo contrario, Blanca Portillo y Maribel Verdú hubiesen compartido el Goya a la mejor actriz. Aún así, este año ya le tocaba a la que se había ido hasta cuatro veces de vacío de estas galas a pesar de sus trabajos en Amantes, La celestina, La buena estrella y El laberinto del fauno. Su otra compañera en Siete mesas (de billar francés), Amparo Baró, se alzó con el premio como mejor actriz de reparto, un análogo masculino que fue a parar al uno de los dos actores con posibilidades de Las 13 rosas: el veterano José Manuel Cervino. El otro premio pudo haber ido para la joven Nadia de Santiago, pero el Goya a la mejor actriz revelación pasó de largo por las aspiraciones de ella, de Bárbara Goenaga, por Oviedo Express, y de Gala Évora, por Lola, la película, y fue a parar a las manos de Manuela Velasco, que nos guió por el macabro edificio donde se ambienta [REC].

Las ausencias de Pudor, Mataharis y Oviedo Express en el reparto de premios; el Goya a la música de Las 13 rosas, el primero para una partitura compuesta por Roque Baños; el reconocimiento a la argentina Lucía Puenzo por su XXY; la (reconfortante) puesta de largo de los cortometrajistas; el momento de incertidumbre que nos hizo pasar Alfredo Landa al recoger su Goya de Honor... La noche del 3 de febrero de 2008, la de los Goya menos previsibles y, en cierto modo, más osados, será recordada por todos los que piensan que no todo es igual en el cine español.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

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