Nada es lo que parece en este atrevido e inédito montaje para amantes de lo políticamente incorrecto, una obra que combina la acción policíaca con el drama de sentimientos.
Un grupo de pistoleros toma como rehén a la hija de un multimillonario en la séptima planta de un hotel. En la tensa espera antes de la llegada de la policía sale a escena el verdadero sentido de esta pieza, tan inusual que lleva a José Carlos Plaza a catalogarla como función a contracorriente.
En hora y media, tiempo real, los secuestradores se van despojando de sus capas, pasando del lujo y la grandiosidad al detritus, dirigiéndonos hacia la parte más oscura, allí donde nadie quiere mirar. A sus 63 años, el director teatral se reencuentra con el Centro Dramático Nacional, y lo hace embarcando a sus actores en una montaña rusa de la que les va a ser imposible bajar.
El maestro se ha dejado atrapar por el sentido de la ruptura de esquemas éticos, estéticos y sociales de un rara avis de la creación literaria y la vida en general. Pasó parte de su vida entre rejas, condenado por robo y homosexualidad, pero llegó a ser galardonado con el Premio Nacional de Literatura dos años antes de morir, en 1986. Hablar de él es meter la mano en la inmoralidad, en otros terrenos de la norma, en definitiva, un gran placer para el heredero de las enseñanzas de William Layton. Yo, Claudio, Solas y Afterplay fueron sus últimos montajes: ninguno de ellos típico, pero Splendid's da una vuelta de tuerca.
Después de muchas vicisitudes, cambios de título y múltiples correcciones, el texto vio la luz a comienzos de los años cincuenta, pero Genet impidió su publicación y destruyó todos los ejemplares, todos menos uno, que cayó en manos de Jean Paul Sartre, que lo destacó por encima de otros textos como la pieza teatral Las criadas y la novela Querelle de Brest. La versión de Mauro Armiño respeta el texto original y realza el otro lado de una obra que en apariencia es fácil, aunque sólo hasta que entramos en la gran mentira rompiendo el caparazón y comprobando hasta qué punto el autor vomita su concepción de la vida a través de personajes que escupen a la cara.
Talento y pasión se dan cita en este montaje que apela a nuestro subconsciente y que estará en cartel hasta el 3 de junio en el Teatro Valle-Inclán. Se trata de teatro de actores 'inteligentes, cultos y valientes y capaces de no relajarse ni un momento', en palabras de Plaza: 'se han sacrificado durante dos meses para adentrarse en mundos emocionales alejados de los reales, no porque no existan, sino porque no los queremos ver hoy día'.
A Plaza el texto le atrapó desde el momento en que se lo pasó Gerardo Vera, gestor del CDN. Se fue al original en francés y su cabeza empezó a maquinar cómo poner en escena este texto tan dramático como complejo, lleno de referencias poéticas, literarias e incluso filosóficas que deben ser digeridas por el espectador. Sólo impuso dos condiciones: trabajar con el mismo equipo de siempre, con el que levanta historias desde hace tres décadas, y elegir el reparto, en el que aparecen valores confirmados y en perfecta sintonía, como Sergio Otegui, Israel Frías, Antonio Zabalburu y Patxi Freytez, sin olvidar al veterano Helio Pedregal.
Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.
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