viernes, abril 20, 2007

Splendid's, el lado menos conocido de Jean Genet

Nada es lo que parece en este atrevido e inédito montaje para amantes de lo políticamente incorrecto, una obra que combina la acción policíaca con el drama de sentimientos.

Un grupo de pistoleros toma como rehén a la hija de un multimillonario en la séptima planta de un hotel. En la tensa espera antes de la llegada de la policía sale a escena el verdadero sentido de esta pieza, tan inusual que lleva a José Carlos Plaza a catalogarla como función a contracorriente.
En hora y media, tiempo real, los secuestradores se van despojando de sus capas, pasando del lujo y la grandiosidad al detritus, dirigiéndonos hacia la parte más oscura, allí donde nadie quiere mirar. A sus 63 años, el director teatral se reencuentra con el Centro Dramático Nacional, y lo hace embarcando a sus actores en una montaña rusa de la que les va a ser imposible bajar.

El maestro se ha dejado atrapar por el sentido de la ruptura de esquemas éticos, estéticos y sociales de un rara avis de la creación literaria y la vida en general. Pasó parte de su vida entre rejas, condenado por robo y homosexualidad, pero llegó a ser galardonado con el Premio Nacional de Literatura dos años antes de morir, en 1986. Hablar de él es meter la mano en la inmoralidad, en otros terrenos de la norma, en definitiva, un gran placer para el heredero de las enseñanzas de William Layton. Yo, Claudio, Solas y Afterplay fueron sus últimos montajes: ninguno de ellos típico, pero Splendid's da una vuelta de tuerca.

Después de muchas vicisitudes, cambios de título y múltiples correcciones, el texto vio la luz a comienzos de los años cincuenta, pero Genet impidió su publicación y destruyó todos los ejemplares, todos menos uno, que cayó en manos de Jean Paul Sartre, que lo destacó por encima de otros textos como la pieza teatral Las criadas y la novela Querelle de Brest. La versión de Mauro Armiño respeta el texto original y realza el otro lado de una obra que en apariencia es fácil, aunque sólo hasta que entramos en la gran mentira rompiendo el caparazón y comprobando hasta qué punto el autor vomita su concepción de la vida a través de personajes que escupen a la cara.

Talento y pasión se dan cita en este montaje que apela a nuestro subconsciente y que estará en cartel hasta el 3 de junio en el Teatro Valle-Inclán. Se trata de teatro de actores 'inteligentes, cultos y valientes y capaces de no relajarse ni un momento', en palabras de Plaza: 'se han sacrificado durante dos meses para adentrarse en mundos emocionales alejados de los reales, no porque no existan, sino porque no los queremos ver hoy día'.

A Plaza el texto le atrapó desde el momento en que se lo pasó Gerardo Vera, gestor del CDN. Se fue al original en francés y su cabeza empezó a maquinar cómo poner en escena este texto tan dramático como complejo, lleno de referencias poéticas, literarias e incluso filosóficas que deben ser digeridas por el espectador. Sólo impuso dos condiciones: trabajar con el mismo equipo de siempre, con el que levanta historias desde hace tres décadas, y elegir el reparto, en el que aparecen valores confirmados y en perfecta sintonía, como Sergio Otegui, Israel Frías, Antonio Zabalburu y Patxi Freytez, sin olvidar al veterano Helio Pedregal.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

X Edición de los Premios Max

La cabra o ¿quién es Silvia?, de José María Pou, y el drama Divinas palabras, del Centro Dramático Nacional, fueron las grandes triunfadoras en una noche dedicada a rescatar a la danza del olvido de los medios.

Con motivo de la entrega de estos premios impulsados por la SGAE, el Palacio Euskalduna de Bilbao 'danzó' bajo la coreografía orquestada por la catalana Sol Picó y se rindió ante Pou: mejor director de escena por La cabra... –por encima de Lluís Pasqual, por Hamlet, y Joaquín Solanas, por Antígona tiene un plan-, y los premios al mejor espectáculo, mejor adaptación teatral y mejor empresario, junto al Teatro Romea.

El actor y director catalán reivindicó la absoluta locura que envuelve al oficio y se despidió con el deseo de que 'sigamos todos estando como una cabra'. Lo cierto es que tuvo muchas oportunidades de dedicar palabras: los galardones confirman la buena relación que mantiene con la profesión, las instituciones (en octubre le reconocieron con el Premio Nacional de Teatro) y el público, después de una larga gira por España y el desembarco en Madrid, sin fecha de salida. No pudo hacer el pleno al quinteto de opciones a premio y vio como el de mejor actor recayó en manos de Eduard Fernández, por dar vida al príncipe de Dinamarca más shakesperiano.

El de mejor actriz fue para Laia Marull. De regresó al cine, cautivó a todos los que la vieron en el montaje Nina. Allí estuvo dirigida por Salvador García Ruiz, uno de los directores que más partido han sacado de ella en imágenes (Mensaka, Las voces de la noche), y ahora también sobre las tablas. El drama Divinas palabras, basado en la obra homónima de Valle Inclán, no destacaba en las quinielas pero consiguió tres de los cuatros premios a los que optaba: mejor actriz de reparto, para Julieta Serrano, mejor iluminación y mejor escenografía.

Los integrantes de los montajes Antígona tiene un plan –premiada con el Max al mejor espectáculo de teatro musical- y Peer Gynt sumaron su decepción general a las de otros en el terreno de la danza: Marta Carrasco, con J'arrive, se quedó sin ninguno de los cinco galardones a que optaba, mientras 13 rosas, de Arrieritos, se alzaba como el mejor espectáculo de danza del año 2006. La catalana Lluisa Cunillé recogió el Max al mejor autor teatral en castellano por barcelona,, texto que ha llevado al cine Ventura Pons.

En una noche de nervios, como todas en las que se reparten pasteles, sólo algunos asistieron con la seguridad de que iban a salir con manzana en mano: el bailarín argentino Julio Bocca, galardonado con el premio hispanoamericano, el escritor y dramaturgo, Fernando Arrabal, premio de honor, el director de escena Vicente León, premio de la crítica y la sala bilbaína de artes escénicas La Fundición, premio de nuevas tendencias.

Y como en toda gala que se precie, el tono reivindicativo se respiraba en el ambiente, o mejor dicho, en la puerta, ya que un grupo de intérpretes se congregaron ante la entrada de invitados para denunciar la situación de dejadez a la que, consideran, les somete las instituciones culturales del País Vasco.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Avanzamos... Mataharis

Carmen, Inés y Eva son detectives privados pero no llevan sombrero ni pistola, sino que hacen la compra, cambian pañales y tratan de mantener una pareja.

Mientras trabajan desvelando secretos ajenos, las tres mujeres descubrirán que existen mentiras propias que no han sabido ni querido ver y hay verdades que es mejor no revelar.

Asegura Iciar Bollain que no se hacen películas sobre gente que es feliz y repasando su filmografía, todos sus personajes apoyan esta máxima al ser víctimas de carencias afectivas (Flores de otro mundo), buscar una vida mejor (Hola, ¿estás sola?) o sufrir una existencia dominada por un verdugo del que se está perdidamente enamorado (Te doy mis ojos).

¿Cuándo rodará una película donde no existan conflictos ni problemas? Nunca. Esa es su respuesta aunque no es algo que obsesiona a quien parafrasea a Tolstoi: 'todas las familias felices son iguales'. ¿Aburridas? No, simplemente menos complejas y ricas en trances y problemas. Ella apuesta por la diversidad argumental y su cuarto largometraje como directora, una historia de mujeres detectives, lo corrobora. La idea de Mataharis parte de una noticia aparecida hace unos años en prensa acerca de una agencia de investigadores secretos en China que funcionaba muy bien porque todas las agentes eran mujeres.

Nawja Nimri (El método), María Vázquez (Silencio roto, La noche de mi hermano)y Nuria González (Pudor, El Calentito) son las agentes especiales. Ellas representan tres modelos muy diferentes de mujer retratados con el humor como telón de fondo y aunque no se trata de una comedia, plantea situaciones divertidas, un tempo propio diferente y, desde luego, menos claustrofóbica y cerrada que Te doy mis ojos.

Después del éxito que supuso la cinta protagonizada por Luis Tosar y Laia Marull, con 7 premios Goya, Bollain emprendió una limpieza para empezar de cero, 'con modestia y despacito', aunque hay temáticas y líneas argumentales que no pretende borrar, como el protagonismo de la mujer frente a la escasez de historias sobre ellas, y la visión femenina en las relaciones hombre-mujer, algo que le provoca la misma curiosidad desde que realizó su ópera prima en 1995.

Las actrices tienen como compañeros de reparto a Tristán Ulloa, el televisivo Diego Martín, Antonio de la Torre (Volver, AzulOscuroCasiNegro) y Fernando Cayo, ahora recorriendo España con la obra teatral El curioso impertinente. Ellos son parte fundamental de las relaciones que pasan por el tamiz de Bollain, esas que sólo se sostienen por algo tan frágil y tan fuerte a la vez como es la confianza.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

sábado, abril 14, 2007

De Jamón, jamón a Woody Allen

Y 15 años después de trabajar a las órdenes de Bigas Luna se volvieron a encontrar gracias a que un cineasta neoyorquino y un poco histriónico se fijó en ellos para su aventura española.

Penélope Cruz y Javier Bardem se conocieron pasando texto junto a Armando del Río y Jordi Mollá. A sus 22 años, el sobrino de Juan Antonio e hijo de Pilar tenía pequeños papeles a sus espaldas (Amo tu cama rica, Tacones lejanos, Las edades de Lulú) aunque si él era desconocido, mucho más la madrileña, que tenía 17 años y sólo tenía en su haber algún videoclip de Mecano.

De ellos dijeron que llegarían muy lejos, aunque nadie imaginó que pondrían una pica en Hollywood: los dos tienen el honor de haber sido los primeros intérpretes españoles en ser candidatos a un Oscar, él por Antes que anochezca, ella por Volver. Y aunque sus caminos se separaron muy pronto, los dos coinciden a la hora de valorar su momento en la industria internacional: dice Bardem que se considera un tomate en el mercado y acepta las reglas del juego. También lo cree Penélope, que se ha consolidado al otro lado del charco y prueba de ello es que ya realiza cameos en series de dibujos animados como Padre de familia.

Conscientes de que esto del cine es una carrera de fondo, se puede decir que tomaron carrerilla después de que Bigas Luna diese el pistoletazo de salida. Uno siempre puede toparse con obstáculos, de ahí que ambos desarrollen una incipiente faceta como productores. Después de sus pinitos en Los lobos de Washington, la última de Bardem es Invisible, largometraje colectivo con profunda conciencia social, mientras que Cruz se ilusiona con la producción ejecutiva de La princesa de Kapurtala, basada en la novela Pasión India de Javier Moro.

Por separado, los 'chicos Almodóvar' –Penélope fue la madre de Javier en Carne trémula- se han labrado un camino interesante, uno a las órdenes de cineastas como los hermanos Coen (No country for old men) y Mike Newell (El amor en los tiempos del cólera), la otra tiene pendientes de estreno Chromophobia y Manolete, junto a Adrien Brody, y sigue alimentando rumores acerca de su nueva colaboración con su Pedro del alma y su amigo Antonio Banderas. Nuestras dos estrellas tienen muchas cosas en común: Penélope rodó con Amenábar Abre los ojos, al igual que Javier hizo lo propio en Mar adentro, y si éste confió a Isabel Coixet uno de los cortos de Invisibles, la cineasta catalana ha visto en ella a la compañera de Ben Kingsley en Elegy.

Causalidades o causalidades, lo cierto es que este verano regresarán a las playas mediterráneas para rodar Midnight in Barcelona, título provisional de la primera aventura española del responsable de Match point, Scoop y una larga lista de cintas. El cineasta ha declarado ser admirador de ambos actores, perfectos para lo que ha escrito. No estarán solos, ya que Scarlett Johansson y Rebecca Hall (El truco final. El prestigio) les acompañarán por una Barcelona que Woody Allen piensa recoger con los mismos ojos con los que muestra su querida Manhattan.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Picasso por triplicado

Dos obras sobre el malagueño y la primera pieza teatral escrita por él recorren España: 125 años después de su nacimiento, Pablo Ruiz Picasso se pasea por los escenarios.

Con El deseo atrapado por la cola, Picasso 1937, historia de Gernika y Un Picasso, la cartelera se impregna de pintura y vida, la del genio a quien le hubiese gustado ser recordado como 'un poeta y autor dramático español del que se conservan sus pinturas'. Él aseguraba en sus escritos que dedicó casi el mismo tiempo a pintar y a escribir y entre sus desconocidas obras destacan dramas teatrales y poemas, además de ensayos.

De las tres obras que en 2007 le rinden tributo, quizás la que esté teniendo más repercusión sea la tercera de las mencionadas, con la que el actor José Sacristán muestra una mirada personal sobre el pintor y dramaturgo que combina ficción y realidad. Escrita por el estadounidense Jeffrey Hatcher, parte de un hecho real, la detención de Picasso en París en 1941. El fin era el de ser interrogado por una funcionaria del Ministerio de Cultura alemán –interpretada por Ana Labordeta- para que certificara que tres de sus cuadros eran auténticos y quemarlos así en la hoguera junto a otras obras que Hitler consideraba 'arte degenerado'.

Sacristán, que también dirige la función, apunta que con Picasso, Freud, Marx y Einstein puede explicarse todo el siglo XX. La obra recuerda la ocupación de Francia durante la II Guerra Mundial e ilustra varios supuestos episodios de la vida de Picasso: no busca ser biográfica ni hacer didactismo, sino a partir de hechos que pudieron ocurrir crear un personaje de ficción, en ocasiones tan complejo o más que el ser real en el que se inspira.

El grupo Maskarada nos acerca a la obra pictórica más desgarradora del pintor en el año en que se cumple el 70 aniversario del bombardeo de la localidad vizcaína que le dio nombre. Reflejo del un ejemplo de arte y denuncia con vocación viajera, Picasso 1937, historia de Gernika realiza un recorrido por la historia del cuadro, encargado para la Exposición Universal de París de 1937 por representantes del gobierno de la República con el objetivo de denunciar la pasividad del mundo ante la cruenta lista de muertos que iba a dejar la Guerra Civil.

Si los dos montajes anteriores se inspiran en el pintor, el que pone en escena el Centro Andaluz de Teatro y Teatro del Velador es más curioso si cabe, al tratarse de la primera representación de esta comedia que se realiza en España. Escrita por el Picasso dramaturgo, El deseo atrapado por la cola es una historia surrealista, con toques de realismo mágico, acerca de un grupo de intelectuales y gente del mundo de la cultura que huyen y buscan refugio en una casa ante el desastre de la guerra.

Sus lienzos no son pinturas al uso y algo parecido ocurre con esta obra de teatro: no hay una trama concreta, sino un paseo por los aspectos psicológicos de unos personajes que conviven con imágenes potentes y una sensibilidad especial. La obra nunca se había representado en castellano. Su autor hizo una lectura en 1944 en París con Albert Camus, Jean Paul Satre, Simone de Beauvoir, Dora Maar y otros intelectuales de la época. Ahora, no estos personajes, sino otros inventados por el pintor, perdón, escritor, cobran vida.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Los que triunfan fuera

Calixto Bieito es nuestro referente fuera de España, pero no es el único: las coreógrafas Sara Baras y Aída Gómez y el dramaturgo Juan Carlos Rubio también exportan nuestra cultura.

Abonado al Festival de Edimburgo, Bieito estrena muchos de sus montajes en tierras escocesas. Hasta allí ha llevado a Fernando de Rojas (La Celestina) y a Valle-Inclán (y sus Comedias bárbaras), sin olvidar el Hamlet que le confirmó en 2003 como el "más esperado de los directores invitados". El pasado verano dejó a más de uno boquiabierto con la versión teatral de la novela Plataforma, de Houllebecq, obra por la que Juan Echanove ganó el premio Herald Archangel de la Crítica al mejor intérprete, quizás el más prestigiosos de la escena internacional.


No es habitual que los españoles se alcen con galardones más allá de nuestras fronteras. Sí es usual que el teatro de marca ibérica suela programarse dentro de festivales y certámenes, muchos de ellos auspiciados por las diferentes sedes del Instituto Cervantes y los centros de la Agencia Española de Cooperación Internacional. Gracias a ellos es posible convertir Bombay en escenario de La casa de Bernarda Alba, levantar un tablao flamenco en el City Center de Nueva York o representar a Calderón de la Barca en inglés con Life is a dream en la Gran Manzana.

Rafael Amargo, Carmen Linares, Joaquín Cortés… son algunos de los que llevan el arte como único equipaje. La última en pisar otro escenario, el Town Hall de la Gran Manzana, ha sido Estrella Morente. Reconoce que llegar hasta allí "es un viaje largo, pero vale la pena al comprobar como la escena y la música española "no saben de idiomas, ni de razas ni de colores". Es algo en lo que coinciden dos de nuestras coreógrafas más reputadas, Aída Álvarez y Sara Baras, que han hecho sonar su zapateado en lugares tan diferentes como Japón, Eslovenia y Chile.

Volviendo al teatro, el que tiene menos apoyo de las instituciones públicas, también realiza sus escapadas. La compañía L'Om-Imprebís recorrió América con Quijote, su homenaje particular a la obra de Cervantes, que inició su andadura dos años antes de las celebraciones oficiales por el IV centenario de su publicación.

Con un ideario escénico parecido al de estos valencianos, los de Teatro Meridional abogan por la mezcolanza en sus filas: portugueses y españoles unen esfuerzos para acercar piezas como Clown Dei a espectadores que no necesitan saber idiomas para recibir su peculiar sentido del humor sin palabras, compartido por los integrantes de Yllana, que lo mismo representan 666 en Israel, que ¡Muuu! en Turquía.

En el terreno más alternativo, mención especial merecen el texto de Las heridas del viento, de Juan Carlos Rubio y Zanahorias, de Antonio Zancada. La primera se estrenó hace dos años en Miami para representarse después en Nueva York, donde la Asociación de Críticos del Espectáculo (ACE, compuesta por críticos hispanos de Nueva York) le hizo merecedor de cinco candidaturas a sus premios anuales. La segunda recibió cinco premios de la ACE tras conseguir mantenerse en el corazón de Broadway, en el teatro The Duke, durante 23 funciones realizadas en inglés y en español.

No podemos dejar a un lado las artes circenses: son muchos los españoles que deben emigrar hacia otras tierras para poder desarrollar sus carreras. Es el caso de Manuel Álvarez, considerado como uno de los mejores malabaristas del mundo y, por si queda duda de su valía, acreedor de Premio Nacional de Circo 2004. Llevaba más de dos décadas sin actuar aquí debido a la crisis y al desamparo de un oficio que combina espectáculo y arte. Él, como el resto de los artistas viajeros, seguirá asombrando y provocando carcajadas en los cinco continentes, pero por ahora hace escala en Madrid, en Charivari, el primer montaje programado en el nuevo Teatro Circo Price.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

La realidad se cuela en escena

Divertimento sí, pero con sustancia. La escena no es ajena a su entorno y se 'moja', apostando por ser algo más que un mero vehículo de transmisión de la realidad social.

José Luis Gómez, responsable de La Abadía, suele decir que el teatro es intercambio: 'lo que das, lo que te dan'. Y nosotros apuntamos que el teatro es también lo que pedimos: más compromiso, más crítica y más conciencia. La amarga realidad muere y resucita de manera incesante en cada función gracias a la labor de los que no quieren que los reveses caigan en el olvido.

Es el caso de las guerras civiles y los genocidios que han llegado a la cartelera gracias a la fuerza del monologo: una persona sin nombre procedente de un mundo privilegiado acaba en un país en guerra sin poder poner freno a La fiebre; una italiana que no podía creer lo que ocurría a unos cientos de kilómetros de su casa nos introdujo en el drama de los Balcanes con A de Srebrenica; La caricia de Dios. Ruanda 1994 nos descubrió que en el país de las 1.000 colinas se repartieron una noche más de 500.000 machetes con el objetivo de sesgar la vida de los que en un futuro serían hombres y mujeres.

Lo que era patrimonio de los teatros alternativos ha pasado a los grandes escenarios, gracias a los vientos que soplan en espacios de creación como el Centro Dramático Nacional (escalofriante el Himmelweg de Juan Mayorga, recordando el holocausto judío) y el Teatro Español: sus esfuerzos por poner en pie En casa / En Kabul son merecidos al poder disfrutar de la palabra de Vicky Peña, medio para viajar hasta tierras desdeñadas con nombres exóticos y futuros imposibles. Otros echan la vista atrás y rescatan pasajes olvidados de la 'nueva España' de 1939 como el drama de Las 13 rosas, llevado a escena por la compañía de danza Arrieritos.

El actor Adolfo Fernández es uno de los que se posicionan al frente de lo que podemos llamar 'teatro político': junto a Cristina Elso mima K-producciones, la pequeña factoría de la que han salido títulos tan interesantes como Yo, Satán, con la que metieron la llaga en las corruptelas de la Iglesia Católica más política. Sabe que muchos le ven como un loco al invertir en teatro con fuerte carga ideológica. Uno de sus referentes es Darío Fo, capaz de hundir el teatro a carcajadas y meter la cuchillada cuando más se ríen para que se les congele la mueca. Con Aznar reivindicó a un antisistema como Pasolini; durante la guerra en Irak obtuvo los derechos de En tierra de nadie y cuando se habla del desmembramiento de España se atreve con Millán Astray, 'el gran fascista y el gran esperpento del nacionalismo'.

Resulta curioso que muchos actores tomen las riendas de sus propios montajes: que su criatura se malee lo menos posible es lo que les impulsa a hacerse responsables de propuestas más personales en las que se atisban sus ideales. Es el caso de Blanca Portillo y de Leo Bassi, cada uno a su modo. El interés por comunicar un hecho, por compartirlo, es lo que llevó a Josep María Pou a emprender una aventura como productor, adaptador y director de La cabra o ¿quién es Silvia?. La soledad, la incomprensión y la falsa moral son las herramientas con la Edward Albee construyó este texto, casi las mismas con las que Patrick Marber entraba de lleno en el inestable terrenos de las relaciones sentimentales, condicionadas por el deseo y la dependencia con Closer.

Son dos ejemplos más de cómo el teatro refleja el ritmo frenético al que está sometido la sociedad occidental y los males que genera, pero no son los únicos: Rebeldías posibles nos habla de cómo los granos de arena hacen montañas; Como abejas atrapadas en la miel saca a la luz la cultura del éxito a toda costa; Un enemigo del pueblo actualiza la crítica a la democracia y la corrupción en todos los sectores de nuestro bien instalado primer mundo; y Marat-Sade arremete contra los principios de la revolución y nos invita a mirar las cosas con otros ojos, en la línea de otros montajes de Animalario como Hamelin y su mirada a la pederastia y la Plataforma a la que nos sube Calixto Bieito para observar los avatares del turismo sexual según Houellebecq.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.