domingo, octubre 07, 2007

De Donosti a las pantallas

Público, jurado y prensa coinciden y hacía años que no pasaba: lo que se ha visto en la última edición de San Sebastián merece la pena y no tardaremos mucho en verlo en salas.

A lo mejor la crítica no está de acuerdo con ello, pero la variedad ha dado riqueza a un festival que ha celebrado su 55º cumpleaños con invitados con glamour, caso de Demi Moore, Richard Gere y Liv Ullmann, y llevándose como regalos destacables producciones como la danesa Daisy Darling, la libanesa Caramel (Caramelo) y la israelí Meduzot (Las medusas).

Sólo hay que echar un rápido vistazo al palmarés para comprobar hasta qué punto el cine oriental sigue gustando a todos (al menos apetece ver algo de Wayne Wang), lo mismo que el cine de autor hecho en Estados Unidos (caso de John Sayles y su Honeydripper) y todo ello sin olvidar el reconocimiento a la cuota española con los premios al guión de Siete mesas (de billar francés) y la Concha de Plata a la mejor actriz, Blanca Portillo.

Unanimidad hubo a la hora de valorar Mil años de oración, de Wang, aunque más de uno esperaba la foto, el momento que ponía de manifiesto la reconciliación entre el cineasta responsable de El club de la buena estrella y Smoke y Paul Auster, presidente del jurado y su compañero de fatigas en cintas como Blue in the face. Lo cierto es que conmovió la historia del señor Shi (cuyo actor se alzó con otra Concha), un viudo de Pekín que va a los Estados Unidos visitar a su única hija, Yilan, que se acaba de divorciar.

Dos películas que entroncan con la realidad que vivimos hoy no se fueron de vacío: Nick Broomfield vio reconocida su dirección en Battle for Hadita, sobre marines estadounidenses en Irak, y Hana, la más pequeña de la familia Makhmalbaf, impresionó a todos con Buda explotó por vergüenza, premio especial del jurado por su profesionalidad y arrojo, y distinción de TVE por reflejar el mundo de la mujer. En este terreno Iciar Bollaín no repitió con Mataharis la hazaña lograda en su día con Te doy mis ojos aunque sí que Gracia Querejeta entró en el palmarés, no sin cierto regusto amargo al ver que el premio a Portillo quedaba algo cojo faltando el reconocimiento a Maribel Verdú.

Durante los diez días del 'festival del cine sencillo e íntimo' se han visto grandes producciones como Promesas del Este, apertura del festival a manos de David Cronenberg; La gran estafa, para el lucimiento de Gere; y Cleaner, que se proyectó ante 3.000 personas en el velódromo de Anoeta para asombró de Samuel L. Jackson, al igual que Los reyes del Ártico, la simpática y didáctica historia de una morsa y una osa que sigue la estela de El viaje del emperador. Hablando del velódromo, no sé si sabían que Oliver Stone sólo acude al certamen si pueden presentar una película allí.

El cierre, con Demi Moore presentando Un plan brillante, de Michael Radford (El cartero), no fue tan lucido como el devenir del certamen donostiarra, con sus interesantes secciones paralelas en las que siempre podemos descubrir nuevos realizadores y propuestas modestas concebidas al margen de las grandes industrias. Para eso sirve un festival.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

No hay comentarios: