Hace años que la Gran Vía dejó de ser mera sucursal de Broadway o del West End londinense para convertirse en escaparate del género, con gangas y alguna que otra pieza de alta costura.
La moda se convirtió en costumbre en muy poco tiempo. Hace una década era casi impensable levantar un espectáculo de estas características, ya que faltaba lo principal, el entramado: muy pocos intérpretes se habían especializado en teatro musical y nadie en su sano juicio arriesgaba en inversiones desmedidas.
Quienes se atrevían sabían que rentabilizar una producción así era cosa de años. Los primeros en colgar el cartel de ‘no hay entradas’ fueron El fantasma de la Ópera y La Bella y la bestia, sin olvidar montajes de factura nacional como El hombre de la Mancha, con José Sacristán y nuestra Julie Andrews castiza, Paloma San Basilio, entregada a este género (My fair lady, Víctor o Victoria).
Agencias de viajes de todo el país empezaron a ofertar paquetes turísticos con un producto básico: un par de entradas a cualquiera de estos montajes. De todo el país llegaron a Madrid los que conocían al dedillo las letras de Cats y Chicago y aficionados a Mecano lo siguen haciendo para disfrutar de los más de los 200 minutos de Hoy no me puedo levantar, la obra más veterana en cartel.
Hay títulos que no han calado hondo y por eso han hecho sólo una temporada, y ya es un triunfo en muchos casos. Recordamos el ejemplo de Fama o los escasos 9 meses que se mantuvo en 2003 We will rock you, sobre el mítico grupo Queen. A veces, como ha ocurrido con éste, se les concede una segunda oportunidad, apoyada en una mejor gestión o un cambio de reparto, cosa que no harán con Los Productores, presentado como la gran promesa de la temporada en el Coliseum.
Los errores vienen de producciones nefastas que acaparan el escaso hueco habilitado para este tipo de espectáculos. Fue el caso de Casa de locos, un desmedido y pretencioso alegato contra la violencia de género, propuestas interesantes con escaso apoyo (Tarantos) y otras mal concebidas, como Judas, el musical. Y ya que andamos por lares bíblicos, el 20 de septiembre se estrena una nueva versión de un musical que revolucionó la escena española hace tres décadas. Jesucristo Superstar subirá el telón del Lope de Vega, que durante tres temporadas ha acogido Mamma Mía! con las canciones de Abba.
La legendaria ópera-rock popularizada por Camilo Sesto, Teddy Bautista y Angela Carrasco, regresa para tratar de impactar a las nuevas generaciones como lo hizo cuando se representó en Nueva York y Londres antes de llegar a las pantallas de todo el mundo. Veremos en qué queda la nueva adaptación sobre los últimos siete días en la vida de Jesús desde el punto de vista del discípulo traidor.
La última actuación de Mamma Mía! será el 3 de junio. No sabemos si seguirá los pasos de Cabaret que, tras salir de la cartelera madrileña, está recorriendo España hasta recalar en otoño en el Teatro Apolo de Barcelona, ciudad desde la que partieron propuestas 100% españolas como Mar y cielo y El Mikado, de Dagoll Dagom. No hemos asistido aún al desgaste del público, todo lo contrario: el musical crea afición y quien asiste a la representación de uno, está deseando volver a hacerlo, mucho mejor si es a uno diferente. Por eso devoran los rumores y esperan impacientes las confirmaciones de nuevos estrenos, como los de Grease y Dirty Dancing, y algún recuerdo, como el de La Bella y la bestia.
Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.
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