Gutiérrez-Caba, Goyanes, Flores, Bardem, Isbert, Guillén-Cuervo... Son apellidos que siempre hemos asociado al teatro y en muchos casos se han convertido en marca de calidad. Son las sagas familiares en el escenario.
La interpretación ha sido su mejor herencia y muchos de los que hoy se suben a las tablas tienen 4, 5 e incluso 6 generaciones a sus espaldas. Es el caso de los Gutiérrez-Caba. Julia y Emilio, se mantienen en la brecha después de perder en 1995 a su hermana Irene. También Gemma Cuervo y Fernando Guillén, padres de Cayetana y Fernando. Los Larrañaga-Merlo, María Luisa y Carlos (hermano de Amparo Rivelles), inculcaron el veneno del teatro en varios de sus hijos: Amparo, Luis y Pedro, dedicado a la producción y la gestión del madrileño Maravillas y casado con la actriz Maribel Verdú.
Indagando en los árboles genealógicos siempre encontramos curiosidades: pocos sabían que fuesen hermanos los actores Lola Dueñas (hija a su vez de Nicolás Dueñas) y Andrés Lima, también director de Animalario; otros creen que Adriana y Emma Ozores son hermanas, pero en realidad les une el parentesco de primas (hijas de José Luis y Antonio, respectivamente). Hay padres retirados de los escenarios, como Pepa Flores, cuya impronta artística se mantiene gracias a su prole: la actriz María Esteve y la cantante Celia Flores, hijas también del fallecido Antonio Gades.
Lola Flores y Antonio González, 'el Pescailla', iniciaron una saga. Desde que fueron presentados en sociedad, Lolita, Antonio y Rosario han alternado el teatro y el cine con la canción. La tercera generación de los Flores ya trabaja: ahí están Alba Flores, hija del malogrado Antonio, que después de debutar a las órdenes de Esteve Ferrer, participa en El sueño de una noche de verano, mientras su prima Lena Furiase ya ha rodado con su madre, Lolita, una serie de televisión.
Algo parecido con la sucesión artística de los Flores ocurre en casa de los Rabal: Asunción Balaguer y Francisco Rabal se casaron y tuvieron dos hijos, Benito y Teresa. Los dos se dedicaron al audiovisual y a la interpretación, dando una nueva generación de actores, como Candela y Liberto, que a día de hoy trabajan con su abuela. Y no son los únicos, ya que Bárbara Lluch ha compartido entarimado con su abuela Nuria Espert, madre a su vez de Nuria Moreno.
De Argentina se vino Cristina Rota embarazada de Nur Al Levi, musa de Fernando Colomo en El próximo Oriente y también en El sueño.... Venía con dos niños pequeños, Juan Diego y María. Son los Botto, herederos de una tradición teatral bonaerense y criados en la efervescencia cultural madrileña. Algo más mayorcitos llegaron Ernesto y Malena Alterio, instalados aquí cuando su padre Hector fue amenazado de muerte por la Triple A, grupo de ultraderecha cuyas siglas responden a la Alianza Anticomunista Argentina.
Padres e hijos no suelen subirse juntos a las tablas: son los casos de Juan José y Sergio Otegui (uno en Visitando al señor Green, el otro en Splendid´s), de Ana Belén y Marina San José (de gira con Móvil, de Miguel Narros), de Vicky Peña (En casa/En Kabul)y sus padres, Felipe Peña y Montserrat Carulla (Barcelona, mapa de sombras). Las excepciones vienen con los nombres de Manuel y Nuria Gallardo, padre e hija, y Ángela y Olivia Molina, que no ha actuado con sus tíos Miguel y Mónica, entregada a la música. Juntas interpretaron El graduado, al igual que recorrieron España con Solas Lola Herrera y Natalia Dicenta, hija del fallecido Daniel Dicenta.
Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.
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